
El casal es la sede de cada comisión, su domicilio social. Pero, más allá de eso, el casal es el centro neurálgico de la actividad y el frenesí diario del colectivo, no sólo en los días de fallas, si no también en el resto del año. Ahí se gestiona económica y socialmente la falla y, cuando llega la fiesta, sus puertas se abren a los vecinos, turistas y falleros de otras comisiones para compartir con ellos esos días tan especiales.